Prácticas - Día 2 - Conflictos y Sandías

Llego al colegio y resulta que me he olvidado de que la consigna del martes era pintarse la cara. Una compañera me dibuja una sandía en la mejilla, porque yo soy maestra de la clase de "les sindries contentes".

No lo había contado, mi aula consta de diez, ¡ojo! solo diez niños, de entre P3 y P4.



Hoy me doy cuenta de algo a lo que quizás ayer no le presté tanta atención, aturdida con mis propios pensamientos. Ser maestra es estar todo el día gestionando conflictos. Ya sea los conflictos internos de un solo niño y sus comportamientos erráticos o entre dos o más niños.

Los niños y niñas, especialmente los más pequeños, no tienen todavía suficientes herramientas para gestionar según que situaciones, así que lo apañan empujándose, mordiéndose, enfadándose, o en el mejor de los casos, vienen a decírtelo para que les ayudes.

Si el asunto es fácil de resolver, veo que las maestras les dicen al niño o niña en cuestión que hablen con su compañero, y les expliquen con calma qué no les ha gustado lo que les han hecho y que lo intenten resolver entre ellos.

A veces no sé cómo debo actuar. En situaciones en las que un alumno no quiere hacer algo, hay momentos en los que podemos respetar su decisión y, por ejemplo, que no participen de cierta actividad. Pero en otras situaciones, por ejemplo, si no quieren dejar de jugar o volver a clase después del patio, debes cogerlos y movilizarlos aunque lloren. 
A veces me da miedo optar por la segunda opción y que me digan que no debo hacerlo así, que no debo forzarlos, aunque luego veo que viene la maestra a echarme una mano y es lo que hace.

Obviamente siempre se les trata con cariño y respeto, pero les estamos enseñando normas y educación, así que aunque no quieran o les cueste, hay cosas que deben respetar.

A los alumnos más complicados de llevar, los clichas rápido. A mi hay momentos en que se me hace un mundo tratar con ellos, también porque todavía no me conocen y ellos no sienten que deban hacerme caso a mí o no se sienten cómodos o seguros. Así que observo detenidamente como actúa cada una de las profesoras, porque cada una tiene sus métodos y sus frases.

Esto es un no parar de aprender, aunque parezca fácil, no lo es.

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